VBLE. HNO. GABRIEL TABORIN

2014 - AÑO DEL SESQUICENTENARIO DE LA PASCUA DEL VBLE. HNO. GABRIEL TABORIN
Fundador de la Congregación de los Hermanos de la Sagrada Familia. Belley

martes, 15 de diciembre de 2015

Novena. Diciembre de 2015

NOVENA DEL RVDO HNO GABRIEL TABORIN - DICIEMBRE DE 2015

ARGENTINA

Queridos Hermanos y amigos
Nuevamente me pongo en comunicación con Ustedes para informarles sobre las
intenciones de la novena. Los nombres de las personas por las que rezaremos en el mes de   DICIEMBRE son:

(del  Escuti)
Analía Medeot, Beatriz Molnar, Martina Triay, Laura Carolina Perlati, Camila Bustos, Agustina Bergese, Teresa Zamorano, Andrea Susana Giubergia, Gabriel Burgol, Elba del Valle Rivero,  Susana de Pérez, Marta Gabriela Andrada, Delia Emma Sánchez, Carolina Jorja, Daniel Marchesi, Jorge Cacciavillani, P. Antonio Jiménez, Margarita Inés Beltramo, Juan Miguel Marsón, Mario Montoya, Santiago Pistone, Manfred Holzinger, María Rosa Niosi, Juan Ignacio Centeno, María Luz Torres, Candela Moyano Timmor, Matilde Gotero

(de Tandil)
Ignacio di Lorenzo, Juan Verellén, Andrea Lenti, María Fernanda García, Javier Manseñido, Juan Miguel Marmo, Sandra Cáceres, Pilar Pagnaco, Stella Martínez, Eugenia Frigon, Federico Rebollo, Nicolás Cía, María Luisa Paglione, Clarita Spanibello, Francisco Farías, Martina Cano, Cristina Pasarelli de Rico, Karina Fuertes, Irma Llanos, Alejandro Fortunato

(del Taborin)
Patricio Rivero, María Victoria del Milagro Valian, Rodrigo Torres, Miguel Ángel Baez, Ricardo Félix Bustamante, Ana Zangara, Isabella Sabaini, Liliana Beatriz Ongaro, Francisco Gabriel Nicolás, Patricia Di Carlo, Elena Giordano, Nazareno Menceguez, María Alejandra Cajal, Nabilda Regina Pilotta, Miriam Dabove, Alejandro Quarato, Dardo Osvaldo Tissera, Mirna Méndez de Díaz, Alejandro Brizzio, María José Martínez Paz, Santiago Aliaga, Guillermo Becacese, Josefina Diéguez, Cristina Romero, Leopoldo Oliva,Sucely Terrones Vela, Olga Coseani, Carlos Nacelo, Margarita Sabi, Antonio Parrella, Pablo.

(de Buenos Aires)
Julieta Valleta, María Alejandra Kohutiak, Graciela de Décimo, Ezequiel Sarubbi,   José María Leyton, Francis Valenzuela, Reynaldo Garfinkel, Alejandro Aielo, Antonella Borselli, Alberto Gabriel Luraschi, Raúl Suárez, Felipe Galante, Miguel Pita, Patricia Garcia

(de Santa María)
Julia Moreno, Belén Ruiz, Fernando Gabriel Yapura, Nancy Z. Aguirre

(de Bell Ville)
Delfina Consuelo Gaia, Fernando Tulián, Ezequiel Caratozzolo, Constanza Álvarez

(De Madrid)  
Dña. María Consolación Sanfeliz Nestares

PENSAMIENTOS(Extractados de la CARTA Nº 15 del  Superior General Hno. Juan Andrés Martos Moro
Cercanos a los jóvenes y recordando la persona del Hermano Gabriel en la celebración del 150 aniversario, estamos invitados a decir a algún joven: “también tú puedes ser Hermano de la Sagrada Familia”. La vocación es ante todo una experiencia de gracia. Los que hemos sido llamados por Jesús sabemos hasta qué punto su gracia nos sostiene. ¿Por qué no va a suceder con algún joven lo que está aconteciendo con nosotros?
El camino hacia la beatificación del Hermano Gabriel debe estar acompañado de un esfuerzo pastoral y espiritual. El trabajo técnico del Postulador debe estar secundado por toda la Familia Sa-Fa lo que lleva consigo hacer que el Venerable Hermano Gabriel esté presente en nuestras plegarias, en nuestra admiración, en nuestros testimonios y en nuestra imitación. Que nuestra vida de oración y de servicio imite las virtudes del Hermano Gabriel, especialmente su amor a la Sagrada Familia, y podamos obtener del Padre la gracia de su beatificación.

REZANDO CON EL HERMANO GABRIEL

A ti, Dios Padre nuestro,
en agradecimiento
por tu Siervo y nuestro Venerable Hermano Gabriel Taborin,
en este Año de la Vida Consagrada,
te ofrecemos nuestra vida
como liturgia viva de fraternidad.
A ti la gloria y el honor
por todos los Hermanos,
los miembros de las Fraternidades Nazarenas
y las demás personas que comparten su carisma
y que, con el Venerable Hno. Gabriel,
son testigos del Evangelio
en la sencillez y fidelidad de cada día.
Al recordar al Venerable Hermano Gabriel,
concédenos por su intercesión la gracia
que hoy te pedimos con fe.
(Indicar al gracia o a las gracias y las personas por las que se quiere rezar.)
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro  Señor. Amén.

Les pido que de obtenerse GRACIAS o FAVORES por intercesión del Vble. Hno. Gabriel Taborin, es necesario remitir la relación escrita a:
=          Hno. Provincial: Nazaret 3399, Las Rosas – CC50 X 5003 DCJ – Ciudad de Córdoba.
=          Hno. Mario Fierro: Ruta 40 s/n. Las Mojarras, K  4139 A T G - Santa María, Catamarca.
Tel. 3838-421153  -  E-Mail: postulatoregenerale@gmail.com
Por más información sobre la Causa de Beatificación del Vble. Hno. Gabriel Taborin, visitar:
=          Sitio Web del Instituto:  www.fsfbelley.net
=          Sitio de la Provincia:www.safaesperanza.com

En JMJ,                     
Hno. Mario Alfredo Fierro (P. G.)   

URUGUAY
                           
Estimados Hermanos, Fraternidades Nazarenas y amigos:

Estamos enviándoles las intenciones  para la NOVENA de este mes de diciembre. Seguimos unidos en la oración con cuantos nos solicitan tenerles en cuenta ante el Vble. Hno. Fundador.
                          
Acercándonos a la celebración de la Navidad, nos hacemos eco del Mensaje que nos ha enviado el Hno. Juan Andrés Martos (Superior General) y de él extractamos:


Las condiciones particulares que rodean la Navidad de este año me parecen un escenario adecuado para invitarles a contemplar el misterio del nacimiento del Niño Jesús como el misterio de la misericordia de Dios con los hombres. En estos últimos meses los crímenes contra la paz, los ataques terroristas y las imágenes de miles de migrantes que intentan llegar a la Unión Europea han dominado los noticieros, los periódicos y los medios de comunicación social de todo el mundo. Entre estas imágenes, hemos visto decenas de personas abatidas por las armas de los terroristas, centenas de cadáveres devueltos por el mar y millares de rostros angustiados por el dolor, el miedo y el llanto que se preguntan cómo el corazón del hombre pueda pensar y realizar actos de tanta barbarie.

En un mundo empañado por los prejuicios e incluso el odio hacia el diferente o extranjero, la Navidad proclama que Dios ama a todas las personas. La Encarnación del Niño Jesús vuelve a recordarnos una vez más que nadie puede ser rechazado o excluido. Por ello, creer en la Encarnación y celebrar la Navidad es proclamar de palabra y de obra un profundo respeto por la vida humana en todas sus manifestaciones.

Este tercer año del Pontificado del papa Francisco se abre bajo el signo de la misericordia. Nada más oportuno para este tiempo litúrgico que encontrarnos con el rostro misericordioso del Niño-Dios que nace en Belén. Lo dice muy bien el Santo Padre: “Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia”. Por esto mismo siempre debemos volver a la misericordia porque es una característica de Dios y la forma como viene a nuestro encuentro en Navidad.

La Navidad que en breve celebraremos nos invita a una profunda reflexión sobre  la calidad de nuestro compromiso de solidaridad con las personas que sufren. No podemos celebrar que Jesús nace en un pesebre y permanecer indiferentes, sin cambiar nada. Esto significa que cada uno de nosotros es llamado a asumir la tristeza y el dolor de la gente que está herida por la vida. Por ello, cada Navidad es una oportunidad para alimentar nuestra fe y renovar nuestro compromiso con el prójimo.

La Navidad es una extraordinaria historia de amor de Dios por el hombre hecha realidad en Belén. Belén no es tan sólo una ciudad cerca de Jerusalén sino el motivo por el cual todas las personas tienen la misma dignidad. Belén expresa el amor paternal de Dios que nos une como miembros de una sola familia en Jesús. El misterio del Niño de Belén es fuente de la verdadera dignidad humana y del destino del hombre.”

Estos días  precedentes a la Fiesta de nuestra Redención, nos ayuden a adentrarnos en el misterio de la Encarnación y a vivir gozosamente con María y José el cumplimiento de las promesas, para  experimentar provechosamente los frutos de la salvación recibida en Jesús.
Con el Hno. Gabriel queremos  prepararnos  a vivir mejor   la Navidad y celebrar nuestras Fiestas Patronales, este año el Domingo 27.
                            
                           

PEDIMOS  a todos una especial oración por la Convivencia  de los Hnos. de la Provincia  y el Retiro Espiritual anual( en Villa Sagrada Familia – San Antonio de Arredondo - Córdoba), que realizaremos a partir del  Domingo 3  hasta el  jueves 14 de enero.
Días de gracia para todos y una nueva experiencia de fraternidad, oración y descanso en comunidad.

Llegue a  cada uno el afectuoso saludo en esta Navidad y para el nuevo año.
2016. ¡¡¡ Felicidades   a  todos !!!
                          
Finalmente, informar a TODOS  que el actual LISTADO de INTENCIONES (del Sector Uruguay), como hicimos ya este año, a partir del mes de FEBRERO 2016, se restructurará  con las intenciones que  se nos envíen antes del  6 de febrero.
Recordar que  el correo electrónico  de la
ANIMACIÓN “PRESENCIA del VBLE. HNO. GABRIEL” Sector URUGUAY  es: causagabrieltaborin@gmail.com y será por donde se esperan  las intenciones.


Unión de oraciones. Hno José Mario Dipacce – h.s.f.

Montevideo, 15 de diciembre de 2015
                                                                                                                                   
NOVENA  MENSUAL   pidiendo la Glorificación del   VBLE.  HNO. GABRIEL TABORIN
PROVINCIA  Ntra. Sra. de la  Esperanza
DICIEMBRE 2015   ( miércoles   16  al  jueves    24 )


DE    URUGUAY

Luciano Moreno; Susana Patiño y José Jaccottet, Rosario Moreira, niña Isabel. (AGUADA)
Luis Alberto Fernández; Carmen E. Barceló. (SAN JOSÉ  de  MAYO).
Miriam Achigar; Miguel Gallo, Lourdes Gregoria Godoy Meza; Amalia Meza; Marcelina SUAREZ, Santino CEDRES MAIOCCHI, Claudio RIVAS de los SANTOS, por una intención especial de algunos Docentes, Juan Ignacio  ZAMIT MINERVINE, Diego Agustín GONZALEZ ZUBI, Lautaro SILVEIRA del VALLE, Alejandra Morales; Raquel Sánchez de Scirgalea; Carol y Huber en búsqueda del 1er.hijo.(SALTO)
   Alfonso Moliterno De la Fuente;  Anabella Di Mateo, Julia Taibo; Andrea Costa Galván. 
                                                                                                                  ( SAN  JUAN  BAUTISTA)
                                                                                                                                                  (MINAS)
 Fernando Oyhantcabal(CANELONES)
 Luis Clemente Contreras – COLOMBIA

De obtenerse GRACIAS y FAVORES  por intercesión del Vble. Hno. Gabriel  remitir relación escrita a: 

HNO. PROVINCIAL: Nazaret 3333 – Las Rosas – Córdoba – Rpca. Argentina
                                                    FAX   (0054) 351 482 01 81
                                                   nestorachigar846@gmail.com

ANIMACIÓN “PRESENCIA del VBLE. HNO. GABRIEL”
Sector URUGUAY :      Av. del Libertador 1960 – Montevideo - Uruguay
                                                      FAX: (oo598) 2924 83 51
                                                                     causagabrieltaborin@gmail.com

Por más información  sobre la Causa de Beatificación del Vble. Hno. Gabriel Taborin,
visitar  los  SITIOS WEB : del Instituto:               www.fsfbelley.net
                                                               de la Provincia:          www.safaesperanza.com

ORACIÓN
para  pedir la intercesión
del Vble. Hno. Gabriel Taborin

Señor:
Tú que llenaste el corazón del Hno. Gabriel Taborin
de fe  viva y celo ardiente
para educar cristianamente a la juventud y ayudar a los Sacerdotes
Haz que siguiendo su ejemplo  procuremos siempre tu gloria,
y, si es tu voluntad,
glorifica a tu Siervo
Concediéndonos por su intercesión las gracias que solicitamos
(en este momento se pueden expresar las intenciones que se desean pedir)
Te lo pedimos por los méritos de nuestro Señor Jesucristo.
AMEN


PENSAMIENTOS DE LA NOVENA DEL MES DE DICIEMBRE DE 2015

16/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
Cuando la fe se encuentra profundamente enraizada en un alma, que ha captado perfectamente las palabras del Divino Maestro: “Todo es posible para el que cree”, así como estas otras: “Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá”, es comprensible que se dirija a Dios con una confianza total, una certeza absoluta en la eficacia de la oración y que siga las palabras del apóstol Santiago: “Pedid con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante a las olas del mar, agitadas por el viento y empujadas de una parte a otra. Un hombre vacilante no creo que va a recibir algo de Dios”.
Nuestro venerado Fundador vivía profundamente estas palabras. Rezaba también con fe, entusiasmo, confianza y con una perseverancia que siempre conseguía sus propósitos. Se esforzaba para que la convicción íntima que él tenía penetrase en sus religiosos, por medio de sus ejemplos, pláticas y escritos.

17/12
¿Quién de los que fuimos discípulos suyos, no recuerda aún con qué fervor se dirigía a Dios, cuando tenía problemas y dudas?. Todo lo hacía por la mayor gloria de Dios; en todas las cosas importantes, comenzaba con estas palabras: “En el nombre y para gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Cuando se trataba de tomar una determinación, se arrodillaba ante el crucifijo y pedía fervorosamente la ayuda del Espíritu Santo; a continuación decidía tranquilamente lo que había de hacer.
“Estaba convencido que Dios no abandona a quienes dejan todo por seguirle, y que si no entra en sus designios darles muchas cosas, al menos nunca les faltará lo necesario”.

18/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
El Hno. Gabriel acudía con enorme confianza y fervor a la Providencia en las agobiantes necesidades en las que se veía comprometido. En momentos críticos hizo muchísimos ratos de oración con los brazos en cruz y mandó también a su Comunidad que lo hiciera. En una de estas difíciles circunstancias, en 1854, estableció la costumbre de rezar diariamente en la capilla las Letanías de la Divina Providencia, después de la comida, práctica que se ha mantenido hasta ahora.

19/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
Un día, en una reunión de clérigos, uno de ellos, que ignoraba, sin duda, la situación económica de la Congregación y que pensaba que lo que más le preocupaba a nuestro buen Padre era conseguir bines materiales, etc., se atrevió a burlarse de la Congregación, tomando como pretexto las oraciones del Hermano Gabriel y de la Comunidad.
Nuestro dignísimo capellán, el Rvdo. Gourmand, de santa memoria, se puso serio y le respondió: “Por favor, deje ya de burlarse de las oraciones del Hermano Gabriel. Conozco bien a la Comunidad y sus necesidades y puedo asegurarle a Ud. que sus oraciones consiguen pan y otras cosas indispensables para su familia religiosa”.
Ciertamente, nuestro buen Padre y sus Hermanos estaban completamente influenciados por las siguientes palabras: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”. Igualmente, en su pequeño preámbulo, pedía, siempre y sobre todo, los bienes espirituales y el cumplimiento de la voluntad de Dios”.

20/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
Estimaba de modo particular a los Hermanos y novicios piadosos. A menudo, les mandaba que fueran a rezar ante el sagrario para pedir vocaciones según el corazón de Dios: la experiencia demostró que esta medida producía buenos resultados. Afirmaba frecuentemente que la fundación de la Congregación había sido fruto de la oración. En sus charlas, en sus circulares, volvía una y otra vez sobre el tema de la necesidad que tenemos de la oración. ¡Con qué gusto recordamos todavía esta breve oración, para antes de retirarnos de la capilla, al final del día!: “Dios mío, no quiero retirarme de este santo lugar, sin que antes bendigas mis trabajos, sufrimientos y proyectos; bendice a la Comunidad y a los superiores que la dirigen; bendice a nuestros padres, bienhechores, amigos y enemigos; finalmente, Dios mío, dígnate perdonarnos nuestros pecados. Amén”.
“Muchas veces dijo que la fundación de la Congregación era fruto de la oración y no se cansaba nunca en sus conferencias y circulares de destacar la necesidad que de ella tiene el religioso, así como también la obligación de rezar primero por sí mismo y luego por los demás”.

21/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
En su circular del 15 de Agosto de 1851, después de habernos recomendado que nos mantuviéramos al margen de los enredos políticos de los ayuntamientos y de las familias, nos dice que uno de los fines de nuestro Instituto es rezar todos los días por las necesidades de la Iglesia y del Estado y por nuestros gobernantes, por la paz entre las naciones, por la conversión de los pecadores, la perseverancia de los justos, la salud de los enfermos y de los pobres, la liberación de las almas del Purgatorio y por unas cosechas abundantes. Y añade: “La oración bien hecha es fuente de muchas gracias; ésta es la razón, queridos Hermanos, de que me tengan presente en sus oraciones; lo exigen tanto mi cargo como nuestras necesidades”.

22/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
A principios de 1861, al darse cuenta de que su salud se iba debilitando, les dijo: “Toda la vida del religioso es una oración continua, cuando todos los movimientos de su cuerpo están orientados hacia Dios y, cuando su voluntad, pura y recta, sólo obra por El.
Unido al Señor, acumula méritos incesantemente; de este modo, atrae sobre sí mismo, sobre los pueblos y monarcas los favores del cielo. Les invito, queridos Hermanos, a practicar juntos este piadoso apostolado.
¡Cuánto puede ante Dios la oración del Justo! Con ella es posible evitar enormes males, realizar cosas importantes, moverle a Dios a ser misericordioso, abrir el tesoro de las gracias y la puerta del cielo. Estos consoladores pensamientos me impulsan, queridos Hermanos, a recomendarles que sean siempre fieles y dirijan al Señor todos los días las oraciones que me prometen Uds. en su felicitación del Año Nuevo. Sí, Hermanos, recen por mí y pidan para mí bienes espirituales, pero dejen que actúe la divina Providencia en lo que se refiere a la duración de mi existencia. Ya he vivido bastante y mi destierro comienza a parecerme largo. Pidan al Señor que cumpla siempre y en todo su santa voluntad y que muera santamente. Ojalá merezca este gran favor”.

23/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
Nuestro buen Padre, que sentía que se le acercaba la muerte, redactó su carta circular anual para las vacaciones de 1864. En ella pueden verse reunidas algunas enseñanzas muy atinadas, algunas de las cuales se refieren a la oración. Habla sobre ella extensamente. Después de habernos hablado de la calidad de la oración, añade: “Les hablo una vez más de la oración, porque, - fruto de la experiencia y de la fe -, he aprendido que nada necesitamos tanto como la oración. Sin ella, no hay gracia alguna y, sin la gracia, no hay salvación para el hombre, sean cuales fueren su categoría y condición.
Estoy profundamente convencido de que la fundación, conservación y prosperidad material y espiritual de nuestro Instituto se deben más a las oraciones que a mis pobres esfuerzos e insignificantes actividades. ¿Cuánto no hemos de atribuirle a la oración cada uno de nosotros en nuestros propios problemas? Sin ella, puede que aún estuviéramos en el mundo o, quizá, en el infierno, como consecuencia de una muerte súbita e imprevista, que nos podría haber sorprendido en pecado.

24/12
Espíritu de oración del Hno. Gabriel
Dicen los doctores de la Iglesia que la oración es el canal por el que discurren hacia nosotros las gracias; es la escala misteriosa de Jacob por la que nuestros deseos suben hasta el cielo y del que nos trae los tesoros más preciados; es la llave que abre el seno de la misericordia y detiene el brazo de su venganza ...
Sin la oración, nada puede un alma contra el demonio que hace todo por sorprenderla. Se perderá sin remedio. Hemos de dedicarnos a este ejercicio con ganas y mucho espíritu ...
Dice Santo Tomás que el Señor, desde toda la eternidad, ha decidido concedernos una serie de gracias; pues bien, no nos las puede dar si no rezamos. San Gregorio es de la misma opinión. Nuestra fuerza contra el demonio, el mundo y la carne descansa toda en la oración. Vivamos en ese estado para poder obtener ayuda del cielo. ¿Cómo queremos que Dios escuche nuestras oraciones si somos sus enemigos? Hay que ser, mediante la gracia, hijos de Dios para poder mover el corazón de este Padre misericordioso, con nuestras oraciones ...
Queridos Hermanos, digámosle a Jesucristo, como le dijeron los Apóstoles: “Señor, ya que has querido hacer de la oración una ayuda para nuestras necesidades, el canal de tus gracias y el conducto para recibirlas de tu misericordia, enséñanos a orar bien, a orar con el espíritu y el corazón más que con los labios, a orar como conviene para que nuestros deseos te agraden y merezcamos percibir sus efectos saludables”.

lunes, 23 de noviembre de 2015

24 de noviembre de 2015

FRATELLI DELLA SACRA FAMIGLIA
     CASA DI  PROCURA GENERALIZIA
      Viale Aurelio Saffi, 24 – 00152 ROMA
       Tel. 06 581 38 41   Fax 06 588 09 13
                   e-mail: fsfroma@tin.it
                                                                  Roma, 1-11-2015
Acercarnos a Dios desde la mirada misericordiosa del Hermano Gabriel
Estimados Hermanos, miembros de las Fraternidades Nazarenas, Aspirantes a Hermanos, Comunidades Educativas, Comunidades cristianas, Catequistas y amigos de la Familia Sa-Fa:

Un año más la celebración de la fiesta del Venerable Hermano Gabriel nos invita a hacer memoria de su persona con el fin de acercarnos más a él, profundizar en nuestro carisma y fortalecer nuestro compromiso con la misión evangelizadora. En esta ocasión y en consonancia con la próxima apertura del Papa del Jubileo Extraordinario de la Misericordia trataré de relacionar el sentido de nuestra fiesta con el tema de la “misericordia, contenido esencial de nuestra identidad cristiana.

Por dicho motivo recomiendo a todos los miembros de la Familia Sa-Fa, especialmente en este mes, la lectura del artículo escrito por el Hermano Teodoro Berzal Martín titulado “El rostro misericordioso del Hno. Gabriel Taborin”. En dicho escrito podemos apreciar las múltiples ocasiones en las que nuestro Fundador dio claras pruebas de su sensibilidad misericordiosa en especial con las personas necesitadas. Leer la vida del Hermano Gabriel desde la perspectiva que nos propone la Iglesia para este año puede ayudarnos a vivir el Jubileo extraordinario de la Misericordia que pronto se abrirá.

En la lectura del artículo sugerido podemos acercarnos a las hondas motivaciones del amor misericordioso y compasivo del Venerable Hermano Gabriel. En su vida más que la importancia de la obra realizada conmueve su vida interior de la que nació y se nutrió su incansable apostolado. Él fue un hombre del pueblo y un hombre de Dios. El estar cada día en medio de la gente lo ponía en contacto con las miserias espirituales y materiales de los niños, jóvenes y adultos y desde ahí llegó a intuir el misterio del amor misericordioso de Dios hacia los hombres.

El Hermano Gabriel había aprendido desde niño la bella lección de hacerse don para los demás siguiendo la enseñanza evangélica de que “hay más alegría en dar que en recibir”. Desde esta perspectiva del Hermano Gabriel la persona es el centro de la vida. Por ello su sensibilidad misericordiosa es incluyente; confía en la posibilidad de cambio de los demás; parte de situaciones concretas; escucha antes de hablar y, aunque propone caminos nuevos, respeta siempre la libertad de elección de las personas. Especialmente este mes también nosotros, a ejemplo del Hermano Gabriel, estamos llamados a vivir cada día la fascinante aventura de ser don para los demás.

El Dios del Hermano Gabriel es un Dios misericordioso que habla al hombre y que se revela en Jesucristo, porque la misericordia es el modo de ser de Dios y su primera reacción ante sus criaturas: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Esta experiencia de la compasión de Dios fue el punto de partida de la actuación de Jesucristo y lo que le condujo a introducir en la historia de la humanidad la compasión como nuevo principio de comportamiento.

En la raíz de la actividad de Jesús está siempre su amor compasivo. Jesús se acerca a los que sufren, alivia su dolor, toca a los leprosos, libera a los endemoniados, los rescata de la marginación y los devuelve a la convivencia. Jesús sufre al ver la distancia que hay entre el sufrimiento de estos hombres y mujeres enfermos y hambrientos y la vida que Dios quiere para todos ellos.

La parábola del buen samaritano expresa muy bien el cambio introducido por Jesús desde la ayuda al necesitado. El samaritano de la parábola hizo todo lo que pudo por aquella persona apaleada que encontró en el camino: curó sus heridas, lo vendó, lo montó sobre su cabalgadura, lo llevó a una posada, cuidó de él y pagó los gastos del alojamiento. Cuando se vive desde la compasión de Dios se toma con toda seriedad el sufrimiento humano sin preguntar por la raza, religión, pueblo o ideología de la gente. La interiorización del sufrimiento desde la compasión de Dios se convierte en punto de partida de un comportamiento activo y comprometido. La mirada compasiva al rostro del que sufre nos arranca de la indiferencia, nos recuerda nuestra débil condición y nos despierta a la solidaridad fraterna.

Nada puede justificar la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. La compasión debe configurar nuestra vida, nuestra manera de mirar a las personas, de contemplar el mundo, nuestro modo de relacionarnos y de estar en la sociedad, y nuestra forma de entender y de vivir la fe cristiana. El buen samaritano de la parábola es, para Jesús, el modelo del hombre compasivo que vive imitando la compasión del Padre del cielo. Así fue la vida de Jesús y su espiritualidad invita a hacer lo mismo.

Solo desde una pedagogía de la misericordia seremos capaces de favorecer que los niños y hombres de hoy sean acogidos con amor. Una educación cristiana no puede ser ajena a la pedagogía de la misericordia. El catequista y el educador cristiano deben ser testigos de la misericordia de Dios principalmente a través de la acogida, la escucha, la ternura, la entrega incondicional y el testimonio. El Proyecto Educativo de nuestras escuelas nos urge a “apostar por la profecía de la solidaridad” y -también podríamos decir de la misericordia-, prestando atención especial a las “situaciones de pobreza que van más allá de nuestros medios escolares para acercarnos a situaciones vulnerables: niños y jóvenes desescolarizados, personas abandonadas y otras situaciones de riesgo”.

Estimados Hermanos y amigos, en la conmemoración de la fiesta del Venerable Hermano Gabriel demos gracias a Dios por su vida; por la continuidad de su proyecto; por cada miembro de la Familia Sa-Fa y por las gracias que ha derramado y sigue derramando sobre todos aquellos que compartimos la misión del Instituto. Con ocasión del Jubileo de la Misericordia acojamos el lema que el Papa Francisco ha propuesto para toda la Iglesia de ser “misericordiosos como el Padre”.

Un año más con ocasión de esta efemérides tenemos la gran suerte y también la enorme responsabilidad de que el Hermano Gabriel continúe vivo y presente en la familia Sa-Fa, en la Iglesia y en el mundo. Testimoniémoslo de palabra y de obra. Es mi deseo que todos los miembros de la Familia Sa-Fa seamos, a ejemplo de nuestro Fundador, signo del amor misericordioso de Dios para todos aquellos que el Señor pone en nuestro camino.

Que el Venerable Hermano Gabriel en la celebración del 151 aniversario de su llegada a la casa del Padre siga vivo en los corazones de todos nosotros. Feliz fiesta.




                                                              H. Juan Andrés Martos Moro SG

sábado, 14 de noviembre de 2015

El rostro misericordioso del Hno. Gabriel

Vamos a presentar, a partir de sus propias expresiones y de quienes lo conocieron, algunos rasgos del rostro misericordioso del Hno. Gabriel Taborin, que pueden ayudarnos a vivir, desde nuestra propia espiritualidad, ese gran momento eclesial centrado en la misericordia divina con algunas implicaciones para nuestra vida.
Dos momentos vividos intensamente por el Hno. Gabriel

Hubo dos momentos entre otros que marcaron bastante al Hno. Gabriel en relación con la misericordia divina y en los que él se implicó para que las personas vivieran la reconciliación y la vuelta a Dios.
El primero de ellos lo vivió en Jeurre (Jura) cuando era joven y estaba en los comienzos de la fundación de su Instituto. Muchos años después cuenta él mismo ese episodio de su vida. “En 1822 uno de nuestros antiguos alumnos, al que su profunda piedad impulsaba a la perfección, entró en una comunidad religiosa para consagrarse a Dios en ella. Dos años después de su profesión fui a verlo al monasterio donde vivía. Era dichoso y daba hermosos ejemplos de piedad y observancia regular a sus Hermanos y conocidos. Yo mismo le tuve por un religioso santo y lo era efectivamente”. Pero sus Superiores lo pusieron al frente de una casa donde había una gran biblioteca y el joven religioso se pervirtió leyendo “algunos libros que contenían el veneno de la inmoralidad y de la impiedad”. “Estábamos un día explicando el catecismo a los alumnos en la iglesia, continúa el Hno. Gabriel, cuando, de repente, apareció en el fondo de la iglesia, el joven del que acabamos de hablar. Cuando terminó la catequesis, entré en la sacristía, a donde acudió al instante. Nos echamos a llorar al verlo tan cambiado… (y le explicó lo que le había sucedido…) “Mientras nos contaba esas cosas, no dejábamos de llorar. Intentamos que se convirtiera hablándole de la gran bondad de Dios y de su misericordia infinita con los pecadores y recordándole la maravillosa parábola del hijo pródigo; le ofrecimos, finalmente, hacer gestiones personales para conseguirle el perdón de sus Superiores, de modo que pudiera volver al monasterio para reparar allí los desórdenes cometidos, hacer penitencia y volver a ser feliz donde antes lo había sido. Pero, aunque su corazón se sintiera conmovido por estas palabras, todo fue inútil”. El Hno. Gabriel narra también el final infeliz de aquel joven y previene a los Hermanos contra el peligro de las malas lecturas. (Circular de1853)

El segundo caso se produjo en la familia misma del Hno. Gabriel. Su hermano mayor Francisco descuidaba su vida cristiana. “Nuestro digno Fundador, dice el Hno. Federico en la Vida,  sufría mucho por su causa, se informaba de vez en cuando, preguntando al párroco de Belleydoux, para saber si aquella oveja descarriada había vuelto al redil. Pero, desgraciadamente, las respuestas no correspondían a sus deseos. Le estaba reservado a él mismo llevarlo a Dios”. En efecto, el Hno. Gabriel lo invitó a pasar unos días en Belley durante los cuales hablaron y hablaron de todo…y al final el Hno. Gabriel pudo comunicar al párroco de Belleydoux el resultado en estos términos: "Señor cura, desde hace muchos años tenía un problema familiar, causado por el descuido y la indiferencia de mi hermano Francisco en el cumplimiento de sus deberes religiosos; hoy, sin embargo, tengo la satisfacción de comunicarle que Nuestro Señor se ha mostrado misericordioso con él. El mismo día que ya tenía billete reservado en la diligencia para volverse a casa, cayó enfermo. He hecho cuanto he podido para hacerle comprender lo que podría ocurrirle si le llegaba la muerte, sin haber puesto en orden su conciencia. Me contestó que hacía tiempo que lo deseaba y que sentía enormemente su negligencia en hacerlo. Me pidió que le ayudase a hacer el examen de conciencia y que luego le mandase un confesor. Me di prisa y avisé al Rvdo. Padre Ducharne, religioso marista y confesor extraordinario de nuestra comunidad. El enfermo y yo nos hemos sentido profundamente emocionados por este acto religioso, que espero renueve, de vez en cuando, en el futuro, según me ha prometido. Confío mucho en que persevere en estos buenos sentimientos que tiene ahora. (Carta al P. Mermillod, 29 de Febrero de 1844) De hecho, Francisco murió poco después bien atendido y en paz en el Hospital General de Lyon.

Un Superior con rostro de padre…

Si leemos la última parte del texto del Hno. Gabriel sobre el “espíritu de familia”, vemos que en él el Superior aparece como un padre: “El religioso que está animado de este espíritu de cuerpo y de familia considera a su Congregación como su madre y al Superior como padre, que le han engendrado para la religión » (Circular n° 21, 1864). Al Hermano Gabriel le gustaba presentarse como un padre entre sus hijos: «Ya que la divina Providencia ha querido, colocarnos como un padre en medio de sus hijos y como un centinela para velar por cada uno de vosotros, sentimos la necesidad de cumplir con celo y fidelidad a los deberes que tal misión nos impone, aunque está muy por encima de nuestros méritos y de nuestras fuerzas» (Circular n° 5, 1849). Y como tal invitaba cada año a los Hermanos a reunirse en torno a él: “Quien os invita es un amigo y un padre amante. Además es tan agradable para los Hermanos reunirse bajo un mismo techo y orar ante el mismo altar que, tal como lo pensamos, cada uno de vosotros acudirá a nuestra invitación con gran alegría y diligencia” (Circular n° 4, 1846). Y así quería ser visto y considerado por los Hermanos: “Vuestras felicitaciones nos agradan mucho, porque brotan del fondo de vuestro corazón. Esos sentimientos hacia nosotros, queridos Hermanos, nos hacen felices y nos ayudan en medio de nuestros trabajos y de nuestras penas; nos demuestran además que estáis todos animados de buen espíritu y que sabéis ver en nosotros un amigo y un padre, como también vuestro Superior.” (Circular n° 17, 1861)

Que recibe el perdón de Dios en el sacramento e invita a los demás a vivirlo

Tenemos en la Vida del Hno. Gabriel este testimonio impresionante: “El P. Desseignez, su confesor, nos dijo, algún tiempo después de su muerte: "¡Qué fe tan grande tenía el Hermano Gabriel en el sacramento de la penitencia! Así como era firme, cuando se trataba del gobierno de su Instituto, así también era humilde y sumiso, cuando se encontraba ante su confesor: era un verdadero cordero. Podían percibirse claramente dos hombres en él: el cristiano perfectamente sumiso, por una parte, y el hombre encargado de dirigir una comunidad, por otra".
Con sus enseñanzas el Hno. Gabriel trataba de que los Hermanos vivieran como él los sacramentos de la eucaristía y de la reconciliación. “Hay dos sacramentos en los cuales el religioso debe fijar su atención de manera especial, puesto que por su estado de vida está llamado a recibirlos con más frecuencia que los demás fieles. Estos sacramentos son la penitencia y la eucaristía. En estos dos sacramentos Jesucristo nos manifiesta especialmente su misericordia y su infinita bondad” (NG 410). “Nada hay en efecto, más agradable a Dios que la disposición de un hombre que, reconociéndose pecador e indigno de toda gracia, hace de su misma indignidad y miseria un motivo para presentarse ante la infinita misericordia que ni los mayores crímenes pueden agotar; ante una misericordia que invita con ternura inconcebible a los pecadores más desesperados y que se comunica a ellos en la medida de su confianza” (Circular n° 21, 1864)
El Fundador aprovechaba sobre todo los retiros para estimular el fervor de sus religiosos. Digamos que no se cansaba de recomendarles el arrepentimiento. Les repetía con frecuencia: "Es lo más importante del sacramento de la Penitencia y también lo más difícil de conseguir, porque, ¿cómo puede uno detestar y aborrecer aquello mismo que ha amado, a no ser por una gracia muy especial de Dios? Será este un medio excelente para prepararos al retiro durante el cual tendréis que purificar vuestras almas en las divinas aguas del sacramento de la penitencia, que Jesucristo instituyó en su gran misericordia, para perdonar nuestros pecados, los cuales nos cerrarían la puerta del cielo”. (Circular n°20, 1863). En esa misma circular les transmite esa experiencia profunda de la misericordia de Dios: “Veremos a Dios y en Dios admiraremos las efusiones de su bondad divina sobre nosotros, durante nuestra vida. Veremos cómo, al mismo tiempo que pecábamos Dios prodigaba en favor nuestro innumerables muestras de su misericordia infinita, que nos llamaba con gran solicitud, después de haber caído nosotros; que nos buscaba con mucho interés, después de haber huido de él; que nos aguardaba con enorme paciencia, cuando le hacíamos esperar; que nos recibía con singular ternura a nuestro regreso” (Circular n°20, 1863)

Que sigue los pasos del buen pastor e invita a los Hermanos a hacerlo también

Y como aplicación concreta su biógrafo decía: “Semejante al Buen Pastor, nuestro venerable Padre deja todo para ir en busca de la oveja descarriada o en peligro de perderse. Un Hermano Director vivía en esta situación. Este pobre Hermano, hacía años que, desgraciadamente, había dejado de ser franco y sincero con su Superior. No queriendo ser infiel a su vocación ni tampoco ir a Belley y contarle su triste estado, decidió con buen criterio enviar unas líneas al Fundador, exponiéndole globalmente su caso y su deseo de obrar bien. El Fundador, que ya estaba algo preocupado por el Hermano en cuestión, viendo la mano de Dios en aquel breve recado, no perdió el tiempo, le citó inmediatamente en la ciudad de X, varias leguas distante de Belley, y allá se fue él solo, sin perder un instante. Se entrevistó con el Hermano, que encontró en su Superior la bondad y la ternura del Padre del hijo pródigo. Recuperó la paz d su alma, la felicidad que había experimentado al comenzar su vida religiosa y, lleno de alegría, volvió a su trabajo”.
Y recomendaba a todos los Hermanos esa misma actitud del Buen Pastor respecto a los compañeros en dificultad: “Antes de dejar vuestro puesto de trabajo, mirad a vuestro alrededor y ved con los ojos de la caridad si no hay alguna oveja que quiera escaparse o extraviarse del querido rebaño que el Señor nos ha confiado, aunque seamos indignos de ello. Si lográis encontrar alguna que quiere huir, corred tras ella, y, si tiene miedo, infundidla serenidad. Si no puede caminar, cargadla sobre vuestros hombros y traedla. Así seréis semejantes al divino Pastor de las almas. Sí, queridos Hermanos, traed con vosotros a ese Hermano que es como la oveja de que acabamos de hablaros… Asegurad también a ese Hermano infiel que lo recibiremos con bondad, que tendrá cabida en nuestro afecto paterno y que como las demás ovejas del rebaño, será admitido durante el retiro a los pastos del Señor, quien le ayudará con su gracia y lo fortalecerá con sus sacramentos”. (Circular n°10, 1854)
Pero en algunos casos la actitud del Buen Pastor no puede llegar hasta transigir con el mal y entonces tiene que exhortar y corregir. Así lo vemos por ejemplo en el caso del mal comportamiento de algunos Hermanos: “Las noticias que me da y que agradezco me apenan y llenan mi corazón de tristeza. La gracia, más que nuestras advertencias comunes, podrá hacer volver al cumplimiento del deber a los dos pobres jóvenes; unamos nuestras oraciones para obtener este don del cielo y para que no resistan más a la gracia. Les advertiré enérgicamente, y si veo que su venerado capellán y yo predicamos en el desierto, actuaré sin misericordia y terminaré, no cambiándolos, sino despidiéndolos del Instituto, pues me siento totalmente burlado cuando se apartan de la Regla. Téngame al tanto de su conducta, y que sepan mi determinación”.(Carta del 03-06-1848 a la Hna. Superiora de las Hermanas de la Caridad de Beaune (Côte-d’Or).Aunque algunos no tengan una conducta como yo quisiera, su gran caridad, aun con estos, me ha hecho ser indulgente con ellos, recordándome los pasajes evangélicos en que el Señor se muestra misericordiosos con los pecadores. Es fruto de su paternal bondad, Sr. Cura, me ha profundamente emocionado. Seguiré sus consejos y usted recibirá como yo la recompensa del Padre Celestial. Seré indulgente, pero sin debilidad y con discernimiento, pues a veces es necesario una cura y separar del rebaño las ovejas sarnosas. (Carta del 30-11-1863 al Sr. Párroco de Saint-Augustin, París).

Que sabe usar la medicina de la misericordia

Dice el Hno. Federico: “El Fundador se compadecía de los pecadores arrepentidos, actitud por la que le criticaron algunos. La humildad del culpable y su arrepentimiento le impresionaban, sobre todo preveía un buen comportamiento en el futuro. Había aprendido de su Obispo a obrar así. Le decía al H. Gabriel: "¡Cuántos pecados mortales evita Vd., obrando con comprensión! Y, aunque no evitase más que uno solo, ya tendría que estar muy contento". Fiel a esta recomendación, el piadoso Fundador era delicado con los pobres culpables. Jamás se atrevió a romper la caña quebrada ni a extinguir la mecha humeante, sobre todo si, en una primera falta grave, él descubría más debilidad que malicia. Perdonaba, pues, muy a gusto. Pero cuando se daban casos de obstinación o se recaía una y otra vez en las mismas faltas, cumplía con su deber, sin permitir que una oveja apestada permaneciera entre sus Hermanos. No todos aprobaron esta manera de proceder; también en el Evangelio vemos que San Juan y Santiago pedían al Señor que hiciera caer fuego del cielo sobre las ciudades que no aceptaban su mensaje. El divino Maestro les reprendió y les dijo que Él no había venido a condenar a los hombres sino a salvarlos; que tenían que examinar qué espíritu los movía a ellos. Esto le sucedió, sobre todo, al principio, cuando Mons. Devie, a veces, intercedía en favor de los culpables. Digamos que, cuando se trataba de faltas contra las buenas costumbres, la expulsión se hacía incuestionable. Sin embargo, creemos que el Fundador se excedió algunas veces, sobrepasando las orientaciones recibidas”.

Que pide y ofrece el perdón

“Pedía perdón a cualquier Hermano a quien hubiera hablado algo ásperamente”, testimonia el Hno. Prudencio Arod, y añade un poco después: “Bajo maneras que podían parecer un poco bruscas a algunas personas delicadas, se veía aparecer en él con frecuencia la amable virtud de la mansedumbre”.
En la correspondencia del Hno. Gabriel encontramos con frecuencia peticiones de perdón; algunas pueden considerarse una expresión de buena educación ante fallos de puntualidad u otros. Pero hay otras ocasiones en que la petición es más formal y se siente el arrepentimiento. Escribe a Mons. Devie: “Que se cumpla su voluntad, Monseñor, y la de Dios y no la del pobre Hno. Gabriel que le pide perdón por las múltiples impertinencias que le causa y que valora siempre el precio de su celo y caridad por nuestra congregación de quien es el alma. Quedo de Su Excelencia, humilde y obediente hijo”. (Carta del 28/01/1839)
En muchas otras ocasiones ofrece un generoso perdón, aun en circunstancias difíciles:
“Sr. Cura: Le confieso cuánta fue mi pena por su comportamiento inesperado con nuestra Sociedad y su Superior por los despropósitos de un hombre de su rango. Le diré, Sr. Cura, que me veo obligado a romper toda relación con usted y que no enviaré ningún Hermano a su parroquia. Si supiera que alguna persona y especialmente que alguno de sus respetables hermanos en el sacerdocio se hubiera escandalizado por sus palabras para desacreditarnos, hace tiempo hubiera avisado a sus Superiores eclesiásticos, pero no he querido dañarlo. En muchas oportunidades hablé bien de usted, lo elogié y no me arrepiento, pero si de su parte no hizo lo mismo respecto a nuestra Sociedad y su Superior, al menos no tendría que haber hablado mal, ni apartar de su vocación a los dos Hermanos que le había confiado, la caridad y su carácter sacerdotal se lo prohíben. ¿Cómo quiere que después de semejantes cosas tenga la fuerza para enviarle Hermanos de una Sociedad que usted ha desacreditado? Con gusto hubiera enviado dos a Gaillard en la forma que usted proponía en su última carta; bajo todo punto de vista todo hubiera ido mejor, pero ¿qué bien harían si usted les inspira desprecio por sus jefes y si daña su prestigio? Mi carta le dice cuánto me ha apenado su proceder, pero creo que le escribo sin amargura; Dios será nuestro Juez. Quiera Él perdonarlo como yo le perdono de corazón el mal que, le aseguro, nos ha causado” (Carta del 23/10/1849 al P. Revollet, Párroco de Chêne-Thonex, Suiza).
Cuando se trataba de los Hermanos, el tono era igualmente directo y cuando había que corregir errores no dudaba en hacerlo. El perdón cristiano producía, sin embargo sus efectos como lo vemos en las dos cartas siguientes. “Querido Hermano: Usted me ha tenido bastante preocupado estos días. Estaba convencido de que vendría al noviciado el domingo pasado, y en lugar de eso ha tomado el camino hacia Beaune, y ni siquiera me dice en qué barrio de la ciudad se ha alojado. Su conducta, infortunado Hermano, ha sido muy deplorable en los tres últimos lugares en donde ha estado trabajando. Pero incluso aunque haya sido peor no es motivo para que usted se desanime. Es mi deber invitarlo a entrar prontamente en estado de gracia con Dios. Él es tan misericordioso que olvidará todo si de verdad acude a Él con sinceridad. En cuanto a mí, le concederé gustoso el perdón; pero es necesario que se apresure a regresar a la Casa Madre sin ninguna demora. Se lo estoy ordenando; sus votos de religión, que existen, también lo obligan en conciencia a ello. Le deseo el bien y estoy sinceramente interesado por usted. Los más grandes pecadores se han convertido en los mayores santos; y espero, querido Hermano, que se convierta en uno de ellos, pero no debe renunciar a su vocación… (Carta del 20/04/1853 al Hno. Luis Moissenet, Beaune (Côte-d’Or). Y esa actitud característica del Hno. Gabriel que sabía conjugar las exigencias de la justicia con la indulgencia y el perdón daba sus buenos frutos. “Rvda. Madre: Su carta trajo la alegría a mi corazón; creía que estaban en dificultades ya que no recibía noticias del establecimiento de los Hermanos ni de los nuevos de este año. La noticia del arrepentimiento de Moissenet y su deseo de entrar me ha emocionado vivamente. He pensado en la misericordia de Dios con los pecadores y en la parábola del Hijo Pródigo, y mis ojos se han llenado de lágrimas. Sí, Hermana, estoy dispuesto a perdonar a este desgraciado y a reintegrarlo en la Comunidad que ha deshonrado y afligido, lo mismo que a mí. Recibiré con alegría a la oveja perdida, y si estuviera libre, iría a buscarla y la traería sobre mis hombros al redil de donde el demonio la había alejado” (Carta del 17-01-1854 a la Madre Arnoux, Superiora de las Hermanas de la Caridad de Beaume (Côte-d’Or).
Oras veces las exigencias de la justicia y el cuidado y protección que el Superior debe ofrecer a sus Hermanos lo colocaban en situaciones difíciles de resolver, donde se requería un fino discernimiento para no herir a ninguna de las partes. Tal fue el caso en el delicado asunto de los tres Hermanos que se presentaron en lugar de otros a un examen para obtener el título de maestro. Es lo que testimonia esta carta dirigida al Rectore de la Academia del Ain: “Sr. Rector: En la carta que le dirigí el 28 de abril último, le di a conocer confidencialmente la sospecha de los tres Hermanos que debieron presentarse en el mes de marzo pasado ante la Comisión de Instrucción Primaria de la Drôme, para obtener el certificado de capacidad. Se tenían sospechas de que en lugar de presentarse ellos mismos se habrían hecho reemplazar, sin saberlo yo, por otros que hicieron el examen. Después de indagaciones para asegurarme de ello, he llegado a descubrir que en realidad los tres obraron fraudulentamente. Esto me ha molestado y consternado. Por lo tanto, no pudiendo aprobar el hecho que pudo dar motivo a críticas para la Asociación y queriendo dar una lección a los Hermanos, he excluido a los culpables sin misericordia aunque hasta ahora nada había de condenable en su conducta. He creído en mi deber, Sr. Rector, denunciar el hecho, como lo hice al Sr. Rector de la Academia de la Drôme. Deseo, en razón del bien, que este fastidioso asunto no transcienda; le suplico al menos que no dé a conocer que los tres jóvenes pertenecen a nuestra Asociación. También le estaré sumamente agradecido si insiste diciendo que desaprobé el hecho, castigando su conducta en cuanto lo supe. Como le comuniqué, Sr. Rector, en una carta anterior, reemplacé a Trève en Ambronay por un Hermano que cumple las exigencias legales. A Gaillard, que enseñaba en Songieu, lo reemplacé inmediatamente por el Hno. Francisco Basilio Jolivet. Tenga, Sr. Rector, la bondad de autorizarlo provisionalmente para ese puesto hasta las vacaciones; aunque no tenga diploma, tiene todas las condiciones para dar clase. Con profundo respeto soy de usted, Sr. Rector, el humilde y atento servidor. Hno. Gabriel (Carta del 21-05-1854 al Sr. Laville, Rector de la Academia del Ain, Bourg).

Que es comprensivo con quienes se retiran de la Congregación

La Bula del Jubileo nos recuerda: “No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor”.
Este es el testimonio del Hno. Prudencio Arod, buen conocedor del Hno. Gabriel: “Cuando algún Hermano se ponía en una situación merecedora de la expulsión del Instituto, el Rvdo. Hno. Gabriel sufría mucho. Primero lo reprendía y lo exhortaba y sólo después se decidía a expulsarlo. Pero si el Hermano daba muestras de arrepentimiento y parecía decidido a corregirse, el Superior renunciaba a su severidad; en seguida se dejaba tocar el corazón, y pronto le ofrecía de nuevo su amistad”.
El Hno. Federico en la Vida había dejado esta anotación: “El corazón del Fundador se emocionaba mucho, al ver la desdicha de aquéllos que habían tenido la desgracia de ser excluidos de la Congregación o que habían decidido por propia voluntad salir de ella, sin razones verdaderamente sólidas y justas. No los perdía de vista ni a unos ni a otros, a no ser  que fueran ellos mismos los que evitasen relacionarse con él; les hacía llegar la ayuda de sus consejos en las dificultades o malos momentos en que pudieran encontrarse.” Y en el cuaderno sobre las virtudes del Hno. Gabriel dejo solamente esbozado un capítulo sobre este mismo tema con algunas cartas que citamos más abajo y que completamos con algunas otras. “Cuando un Hermano que había salido de la Congregación, prosigue el Hno. Federico, recuperaba sus mejores sentimientos, reconocía su falta o se había comprometido en el servicio militar, continuaba dándole consejos, sí no podía recibirle de nuevo en la Congregación; obraba de la misma manera, cuando, dada la situación, aquél ya no podía volver a ella. ¡Cuántas cartas encontramos en su correspondencia en las que, después de haberle hablado al culpable sobre sus errores, inconstancia o apostasía, le anima, le consuela, le dice que, después de haber fallado en su vocación, al menos, debe vivir como buen cristiano, indicándole el medio de hacerlo!

“Querido Hermano: Me agrada darle todavía este amable nombre, tan querido a mi corazón, aunque usted lo despreció en perjuicio de su alma. Estaba informado pero no pude responderlo enseguida. La carta que me envió me causó alegría, aunque está llena de impertinencias y de vanos pretextos para disculparse de sus fechorías sobre sus santos compromisos. Esto no está bien, mi querido Hermano; sin embargo, lo perdono por su edad y por su carácter tan petulante e irreflexivo. Como está todavía en el período de sus votos, le recuerdo el hogar de la Sagrada Familia. Lo hubiera hecho más temprano si mi hubiese dado signo de vida, o si hubiese sabido dónde ubicarlo. Sí, mi querido Hermano, vuelva a mejores disposiciones. Yo olvido el pasado, lo reintegraré, y espero que en adelante todo irá mejor. Con esta paternal invitación, me da la impresión de que usted corresponderá. Es su deber y su interés. Deje de lado las inútiles consideraciones humanas, para dirigirse en adelante por la gloria de Dios y su salvación. Si tiene oportunidad de ver a su digno tío sacerdote, preséntele mis respetos y mis buenas disposiciones hacia él. Rezo a Dios, mi querido Hermano, para que lo ilumine y le dé la gracia de cumplir su santa voluntad en todo. Con todo mi religioso afecto. Hermano Gabriel, Superior (Carta del 13-03-1850 al Sr. Bouchard (ex Hno. Adolfo), Maestro en Dampierre-sur-Salon (Haute Saône).
“No quiero terminar, mi querido Hermano, sin proporcionarle una consolación muy preciosa a los ojos de las personas de fe. Créame que le deseo sinceramente que Dios le conceda, en su incomparable bondad, el perdón de todas las ofensas a este respecto. En cuanto a mí, le perdono de todo corazón todas las ofensas que me hizo y todas las molestias que injustamente me causó, como también a la Sociedad. Le deseo, además, que volviendo pronto a la amistad con Dios, se haga digno de su protección. Adiós, mi querido Hermano. Ya no soy su Superior, pero seré siempre su amigo”. (Final de la carta del 04-02-1851 al Sr. Peyssel (Ex Hno. Esteban), Maestro en Boneville (Saboya).
P.D. Querido hijo: Sus dos cartas, sobre todo la segunda, me han causado gran alegría. No dudo de la sinceridad de su arrepentimiento y de que llegará un día a ser ejemplo modelo para aquellos a quienes ha apenado tanto por su inconstancia y por su deserción escandalosa. El amor sincero que le he tenido siempre me obliga a perdonarle y a admitirle nuevamente en su apacible, tranquila y loable vocación; pero, a pesar de mi buena voluntad, no puedo enviarle dinero, pues esto es contrario a nuestros votos y Reglas; ( Carta del 28-02-1844 al Sr. Lorenzo Rey, en casa de la Sra. Foissard, París.)
Pero, como se ha dicho más arriba, no todos compartían la actitud indulgente del Hno. Gabriel. Así lo dice una carta escrita por uno de sus colaboradores: “Querido amigo: Usted hizo una tontería renunciando a la vocación religiosa. No me extraña que esté arrepentido y que me pida entrar de nuevo. No estoy dispuesto a recibirlo por su ligereza y su inconstancia. No hay otro sino nuestro buen Superior, lleno de bondad y de ternura, para tenderle una mano de misericordia. Ya que pide insistentemente que le perdone y que le reciba de nuevo, creo que no estaría mal que se presentara a él para entenderse sobre su próximo retorno a la Sagrada Familia, siempre que se crea digno de este nuevo favor. Usted podría encontrar al Superior entre el domingo de Ramos y el de Pascua; pasado este tiempo no estará disponible aquí, por coincidir con la visita a los establecimientos. Lo saludo sinceramente, y rezo para que Dios lo ayude. (Carta del 10-03-1850 al Sr. Antonio Vuillerme, residente en Puy, aldea del municipio de Coise, para su Hno. Luis (ex Hno. Gilberto).
Algunas respuestas que recibía el Fundador eran también muy significativas.
“Querido Padre, Nunca jamás llegaré a quererle como Vd. me quiere. Porque, ¿qué padre muestra a su hijo una ternura y una bondad semejantes a las suyas? ¿Qué padre habría hecho por mí lo que Vd. hizo, mientras permanecí a su lado?... Querido Padre, deseo de todo corazón que Dios le conserve la salud y que pueda disfrutar de muchos y felices años". (Toulouse, 30 de Abril de 1853)
“Reverendo Padre, El mismo respeto, el mismo agradecimiento, el mismo amor filial que me movieron siempre a enviarte mis mejores deseos, son los únicos motivos que me impulsan otra vez más a pedirle que siga creyendo que los sentimientos más afectuosos, el agradecimiento más profundo harán palpitar siempre mi corazón, al pensar que formé parte de sus hijos en Jesucristo. ¡Qué recuerdo, a la vez tan agradable y doloroso el mío!... ¡Qué desgraciado el hombre que se deja vencer por la inconstancia! El religioso que se siente verdaderamente unido a su vocación y que la ama sinceramente es, sin duda alguna, un hombre mimado por Dios... Perdone, querido Padre, si termino mi carta bruscamente; es que no tengo fuerzas para continuar escribiendo" (Viry, 25 de Diciembre de 1854)
...Sí, querido Padre; me resulta agradable llamarle así todavía, con este nombre tan querido para mí, a Vd. que me 'educó y que, durante tantos años, me dio hermosos ejemplos de virtud. Reciba el cariño y la amistad que le profeso y le profesaré durante el resto de mi vida. Paso a contarle, como haría un buen hijo con el mejor de los padres, todo lo que me ha sucedido, desde que tuve la desgracia de salir del Instituto de la Sagrada Familia... (Annecy, 30 de Diciembre de 1863)

Que practica las obras de misericordia

El papa Francisco propone para el jubileo de la misericordia una reflexión sobre las llamadas obras de misericordia; es la forma de llevar a la práctica el gozo de haber encontrado la misericordia del Padre. “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”.
El Hno. Gabriel, consciente de la situación en que le tocó vivir, percibió muy pronto la llamada a organizar la actividad en favor de los otros: “Desde nuestra más tierna juventud comprendimos cuán útil y qué grandes servicios podía prestar una Sociedad religiosa de Hermanos que tuviese al mismo tiempo el objetivo de instruir a la juventud, el servicio de las iglesias y cantar las alabanzas de Dios” (Autobiografía, primera redacción).
Sabemos que al principio su proyecto era muy amplio y abarcaba “toda clase de buenas obras”; y que solo más tarde definió con más precisión sus contornos. En las Constituciones de 1836 escribe: “Si es un honor servir a Jesucristo en sus miembros enfermos sobre la tierra, es también un medio seguro para hacerlos semejantes a él, pues, según la palabra de San Juan Crisóstomo nuestro Señor no dijo: "Si hacéis ayuno, si oráis, si sois castos, si os cargáis de rudas disciplinas seréis semejantes a vuestro Padre celestial", sino que dijo expresamente: "Sed misericordiosos como mi Padre es misericordioso". "La misericordia para con los pobres, sobre todo para con los que están enfermos y los que están presos, es la obra de Dios", dice el santo doctor” (Art. XXVIII).
Una obra de misericordia que el Hno. Gabriel practicó de forma muy concreta fue la acogida de huérfanos en la Casa Madre, ya en Belmont y luego en Belley (además del servicio que los Hermanos prestaron en varios orfanatos). Veamos algunas expresiones: “Sr. Canónigo: Acabo de recibir al niño de quien me habló y por el que usted se interesa. Su llegada ha alegrado la casa, sobre la cual atraerá las bendiciones del cielo. No se equivocó, Sr. Canónigo, en su juicio sobre el niño, pues ya he observado su espíritu, espero mucho de él. Bendito sea Dios. No tengo las virtudes ni la santidad de San Vicente de Paúl para atender como él a los pobres huérfanos, pero si Dios quiere servirse de mí y de mis Hermanos para satisfacer los deseos de nuestro santo Obispo, poniendo en esta diócesis los cimientos para una casa de asilo para huérfanos, me ofrezco de todo corazón, contando infinitamente con la misericordia divina y no con lo que yo puedo hacer. Nada omitiré para bien de este niño, ni para el de los que la Providencia pueda enviarnos. Obraré como padre, haré todo por su bien espiritual y temporal. Los Hermanos compartirán sus preocupaciones, se lo aseguro. (Carta del  24-02-1839 al P. Girard Secretario del Obispado). “Sr. Presidente: Recibí su amable carta en la que me da a conocer su laudable y útil actividad a favor de los huérfanos y los niños pobres de la ciudad, nada más agradable a Dios, nada más ejemplarizante y útil para los niños pobres que la obra en que trabaja con tanto celo, con la ayuda de Monseñor y del Sr. Alcalde. Esta empresa tendrá dificultades en el origen, pero no dudo que será conveniente y coronada con el éxito, y los que hayan trabajado tendrán su mérito a los ojos de Dios y de la Patria y aplaudirán su beneficencia. Nuestra Sociedad estará a sus órdenes con alegría, dichosa de poder trabajar con usted para roturar un terreno árido y duro, no lo dudamos, pero con entusiasmo y perseverancia recogeremos un día frutos abundantes para la eternidad. Carta del 17-09-1847 al Sr. Fontenay, Presidente de la Conferencia de San Vicente Paúl, Autun (Saône-et-Loire).
Otra obra de misericordia menos conocida y más delicada que el Hno. Gabriel se proponía era la atención a los sacerdotes en dificultad, a pesar de los problemas a los que se exponía, y de cuya complejidad y extensión era muy consciente, como lo manifiesta la carta siguiente, a Mons. Billiet, arzobispo de Chambéry (Saboya):
“Monseñor: He admirado siempre su celo para no admitir malos sacerdotes en su diócesis, ni en nuestra Congregación. Dios le bendecirá, por lo que a nosotros respecta, se lo agradezco sinceramente. No nací en este siglo y en mi carrera he aprendido lo que es capaz de hacer un mal sacerdote, por lo mismo lo temo tremendamente. Por mí mismo sé la misericordia de Dios por los que le olvidaron. Habría perdonado a Judas si no se hubiera desesperado.
Poniendo al sacerdote arrepentido en lugar seguro, como por ejemplo una comunidad religiosa, como Tamié, alejado así de todo contacto y relación con la gente del mundo y vigilado en todo momento, creo, Monseñor, que se le puede hacer un santo y utilizarlo en el lugar retirado. Es, según parece, lo que desea al P. Hurtault.
Los malos informes que recibió a su respecto y que Su Excelencia me ha comunicado, no son informes que me impidan guardarlo. Hay en París 500 o 600 sacerdotes suspendidos, que llevan una vida tan escandalosa como deshonesta; es esta irregularidad y el abuso de la gracia que los condujo a ello. No condeno, lejos de mí, a los Obispos que los suspendieron y desecharon, pero si esos sacerdotes hubieran sido animados como el P. Hurtault y dispuestos a la vida religiosa y retirada, hubiera valido más para atraerlos a Dios en un monasterio menos riguroso que la Trapa. Por otra parte, Dios quiere la conversión de los pobres pecadores, la de uno solo da más alegría que a perseverancia de 99 justos. Este pensamiento, Monseñor, me impresiona de tal manera que si no tuviese tanta edad, haría lo posible para recibir las Ordenes Sagradas y consagrar el resto de mis días a la conversión de los pobres pecadores, sobre todo de los malos sacerdotes. A éstos los llevaría a la soledad de Tamié para prepararlos a la eternidad y hacer que les fuera favorable el juicio de Dios.
Al día siguiente de que el P. Hurtault tuvo el honor de ver a Su Excelencia, contrajo la tifoidea. Ha estado tan enfermo que los médicos desesperaron. Se le cuida día y noche y aún ahora no está fuera de peligro. No le he notificado su informe, pues, hombre sentimental, tengo miedo de empeorar su estado que no es tranquilizador. En todo caso esta enfermedad le habrá santificado, es mi esperanza.
En su informe he visto el triunfo de la fe. Dios misericordioso quizá ha querido purificarle y arrepentirse de su pecado. Cuántas veces le oí estas palabras: “Dios mío, ten piedad de mí, perdona mis ofensas, estoy resignado a morir si las olvidas”. Otras veces decía: “Señor, si me devuelves la salud, la emplearé en llorar mis faltas y trabajar para que sea alabado y bendecido por todos los que vengan a mí”. Este padre está muy instruido, nos damos cuenta todos. Verdaderamente nos sería útil en Tamié para muchas cosas, si recobrara la salud, pero, Mons., no le admitiré nunca sin su consentimiento formal y sin que pueda confesar, al menos, a los que habitan la casa y quieran dirigirse a él. Trataremos de regularizar su situación por el Obispo de su diócesis natal o por Roma.
El P. Chamousset, su Vicario General, me ha mandado las cuentas; según ellas debo 45 frs.; los enviaré en la primera oportunidad y mandará el recibo.
Dígnese aceptar los humildes y respetuosos homenajes con los cuales soy de su Excelencia el humilde y obediente servidor. Hno. Gabriel. (Carta del 04-02-1858)

“La misericordia es propia de Dios”

Terminamos con una meditación del Hno. Gabriel sobre la misericordia de Dios propuesta a los que hacen el retiro con el libro El Ángel conductor de los peregrinos de Ars.
“SEGUNDO PUNTO. Considere cuál es la conducta de Dios con los pecadores, nada es más llamativo. En lugar de dar la espalda a sus criaturas y aniquilarlas, se complace no solamente en perdonarlas, sino que además las ama, no como pecadores, sino como miserables; ahora bien, la misericordia es tan propia de Dios que, según Tertuliano, es negar a Dios, negar que sea misericordioso. Toda potencia ama a su objeto: la miseria es el objeto de la misericordia, por lo tanto, Dios que es infinitamente misericordioso, no puede dejar de tener compasión de los pecadores, que son los más miserables de los hombres. Haciéndose hombre, se revistió de nuestras miserias y al mismo tiempo de entrañas de misericordia. Jesucristo ha mostrado cómo ama a los pecadores al querer morir por ellos; si él no hubiera tenido nada que ver con el mundo, no hubiera tomado nuestra naturaleza, no hubiera podido padecer y morir. Durante toda su vida en este mundo ha tenido gran compasión por los pecadores; permaneció en su compañía, comió voluntariamente con ellos; dijo que había venido a este mundo por ellos. Jamás desechó a aquellos que se acercaban a él, al contrario, perdonó a la mujer adúltera que iba a ser apedreada; también se le reprochaba ser compasivo con ellos, ser amigo de los pecadores. Todo nos muestra la estima y la ternura que tuvo con ellos, pero especialmente a través de muchas imágenes y parábolas sobre las cuales usted debe meditar atentamente”. 


Algunas preguntas para la reflexión y el diálogo:
1)      En el perfil del Hno. Gabriel presentado por los primeros Hermanos aparece el rasgo de la misericordia en estos términos “la comprensión con los pecadores arrepentidos y el olvido de las injurias” (Constituciones 9). Los textos leídos (y otros que pueden buscarse), ¿te han confirmado ese aspecto de su personalidad espiritual?
2)      ¿Puedes compartir algún momento de tu vida en el que hayas experimentado la misericordia de Dios (contigo mismo o con otros)?
3)      ¿Cómo valoras en la práctica el sacramento de la reconciliación?
4)      ¿Qué versión actual y concreta podemos dar de las “obras de misericordia”, personal y comunitariamente? 

Hno. Teodoro Berzal

Madrid, agosto de 2015